Moscoso, Luis de
(por Mario López Martínez)
Nace en 1505, posiblemente en Zafra o Badajoz. Es hijo de Alonso Hernández Diosdado y de Isabel de Alvarado, naturales de Zafra (por eso hay quien lo considera nacido en Zafra).
Es
sobrino del famoso conquistador Pedro de Alvarado.
Destaca, sobre todo, por su participación en la
expedición de Hernando de Soto a La Florida, en la que participaron dos de sus hermanos, Juan de Alvarado y Cristóbal de Mosquera.
Partió para América siguiendo la estela de su tío Pedro de Alvarado, con el que participa en las
campañas de Guatemala y El Salvador.
Después le acompaña en su
expedición a Perú, donde se asocia con Hernando de Soto. A partir de entonces, su destino estará ligado al del conquistador de La Florida.
Cuando surgen las disputas entre pizarristas y almagristas, Hernando de Soto regresa a España (1536) y Luis de Moscoso le acompaña. En España, vive de las riquezas que había traído de Perú, pero cuando Soto prepara su expedición, abandona su retiro y se une a ella.
Va a capitanear uno de los siete navíos que (junto con tres bergantines) componen la flota que parte de Sanlúcar de Barrameda el siete de abril de 1537. Cuando inician la aventura de La Florida, Soto le nombra «Maestre de Campo» del ejército, pero en marzo de 1541 le destituye tras el ataque de los indios chickasaws, en la parte norte del
Misisipi, en el que perdieron doce hombres y muchos caballos. Soto le acusa de negligencia en la vigilancia y le sustituye como maestre de campo por Baltasar de Gallegos. Sin embargo, ambos mantuvieron el aprecio que se tenían, lo que se demuestra por el hecho de que, gravemente herido Soto y próximo a su muerte, nombra a Moscoso su sucesor.
En principio, decide ocultar la muerte de Soto porque los indios le tenían un gran respeto, y temía que les atacasen si se enteraban de su muerte. Pero enseguida surgieron los rumores y decidió primero enterrarlo, y luego desenterrarlo y echar su cuerpo al Misisipi por temor a que los indios violasen la tumba. Moscoso se hace cargo del mando y se reúne con sus capitanes, toman la decisión, deseada por los soldados, de buscar un camino de regreso a Nueva España.
Ciertamente, la expedición a La Florida se podía considerar un fracaso, había sido una sucesión de desastres y sufrimientos, y Moscoso toma la única decisión posible. Parten el cinco de junio de 1542, se dirigen hacia el oeste, y a
partir de la tierra de los Naguatex, en el noroeste de Luisiana, giran hacia el suroeste, con el fin de alcanzar Nueva España. La falta de medios para cruzar el río Trinidad les hizo regresar al lugar donde habían enterrado a Soto. Allí, Moscoso impuso su idea de navegar río abajo hasta encontrar el mar y para ello construyen siete bergantines. Los trescientos veintidós supervivientes de los seiscientos hombres que iniciaron la aventura se embarcan el dos de julio de 1543. A los dieciséis días llegaron al mar, e intentaron llegar a la costa de Cuba, pero los vientos y las corrientes les obligaron a seguir la costa. Bordearon las costas de las actuales Luisiana y Texas, y por fin llegaron a México, y el diez de septiembre alcanzaron el río Pánuco.
En México fueron recibidos como héroes por el virrey Antonio de Mendoza. Moscoso se queda en México y allí se casó con una hija de Juan de Alvarado, Leonor, prima suya por tanto, una mujer muy rica.
En 1550 acompañó al
Perú a Antonio de Mendoza, y allí moriría pocos años después, aunque ignoramos la fecha exacta.