Porcallo de Figueroa, Vasco

(por Mario López Martínez)

Nace en Cáceres a finales del s. XV, de familia hidalga. Es militar de profesión y antes de partir para América participa en las guerras de Italia. Cuando vuelve de Italia a Cáceres, se produce el nombramiento de fray Nicolás de Ovando como gobernador de las Indias lo que lleva a muchos cacereños a enrolarse en la aventura americana. Posiblemente Porcallo es de los que se embarcan con Ovando hacia La Española, y parece que participa en la conquista de Higüey y Jaragua, por lo que recibe tierras y encomiendas de indios. Después, cuando se inicia la conquista de la isla de Cuba participa en ella, convirtiéndose en uno de los personajes más influyentes de la isla. En todo caso ya tenemos constancia documental de su estancia en Cuba en 1512.
Pasa después a La Trinidad, donde se asienta definitivamente al recibir una encomienda importante. Aquí permanece durante un tiempo ocupado de sus posesiones pues no salen adelante algunos proyectos de conquista como el de dirigir una expedición al continente. Pero en 1538 Hernando de Soto, en su camino a La Florida, cuya conquista le había sido encomendada, pasa por La Trinidad y se pone en contacto con Porcallo para que se sume a la expedición en un puesto importante. Parece que Soto y Porcallo se conocían de otras campañas, siendo lo fundamental para Soto la capacidad económica de Porcallo que le convertía en un aliado que podía aportar hombres y avituallamiento a la expedición.
Parte la expedición el dieciocho de mayo de 1539 de Santiago de Cuba y llegan el treinta de mayo a la bahía de Tampa, a la que dan el nombre de Espíritu Santo. Allí Porcallo tuvo que acudir en defensa de los soldados que habían desembarcado pensando que los indios no les iban a atacar. Aunque participa en otras acciones bélicas, pronto se da cuenta de que es demasiado mayor para una expedición tan dura y, dejando a un hijo y sus pertrechos y armas, vuelve a La Trinidad.