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Catalina de Bustamante


Orígenes

Catalina nace en torno al 1490 en Llerena (Badajoz), en el seno de una familia de alta posición social, que pudo proporcionarle una buena formación académica.

Con tan sólo quince años contrae matrimonio con Pedro Tinoco, con quien tendrá dos hijas que bautizará con los nombres de María y Francisca.

Viaje a América

En 1514 la familia completa parte del puerto de Sanlúcar de Barrameda, acompañadas de dos cuñadas, María y Juana, con destino al Nuevo Mundo. Tras seis meses de dura travesía llegan a Santo Domingo, capital de La Española (hoy República Dominicana y Haití). Puede que en La Española conociera a fray Bartolomé de las Casas, gran defensor de los indios ante los abusos cometidos por algunos castellanos.


Libro de asientos de pasajeros del 5 de mayo de 1514. Casa de la Contratación de las Indias.


Viaje de Catalina de Bustamante.

Primera maestra de América

Gracias a su buena formación, en la isla ejerció de maestra para las mujeres de las élites hispanas.

Con el paso de los años, Catalina queda viuda y se traslada a Nueva España (México) con sus dos hijas, donde pronto se ganó el respeto y reconocimiento de las autoridades religiosas. El obispo Juan de Zumárraga propone a la erudita llerenense dirigir en Texcoco un colegio para niñas, ya que Catalina era una persona «honrada, honesta, virtuosa, de muy buen ejemplo». Este proyecto fue idea del franciscano Toribio de Benavente Motolinia, uno de los Doce Apóstoles de México que partieron desde el convento extremeño de Belvís de Monroy con el objeto de evangelizar las tierras conquistadas por Hernán Cortés.

Catalina eligió a un grupo de mujeres para que le ayudaran en la labor docente de este colegio. Las niñas recibían formación religiosa, además de aprender las costumbres y la lengua españolas. Unas cuatrocientas niñas indígenas se formaron en este colegio, entre las que estaban varias hijas del mismísimo Moctezuma.

Defensora de las niñas

En mayo de 1529, dos niñas de catorce años fueron secuestradas del colegio por hombres al servicio del alcalde de Oxaca Juan Peláez. Se trataba de la hija de un cacique indio, llamada Inesica y de su criada Luisa. Los esfuerzos de Catalina por liberar a las niñas toparon con los impedimentos de las autoridades virreinales, que llegaron a acusar a la maestra de proxeneta. La llerenense no dudó en mandar un escrito al mismísimo emperador Carlos V para ponerle al corriente de estos asuntos y pedir su protección. La esposa del emperador, la emperatriz Isabel de Portugal, tomó cartas en el asunto ordenando de forma inmediata protección para las maestras bajo pena de diez mil maravedíes (unos dos mil euros) que serían entregados al colegio que dirigía Catalina.


Carlos I (V) e Isabel de Portugal. Rembrandt.

Un cuerpo de maestras

Isabel de Portugal se encargó, además, de buscar nuevas maestras en España que pudieran ayudar en la educación religiosa y formal de las niñas indias en las nuevas tierras. Las elegidas gozaron de la protección de la emperatriz, quien además sufragó todos los gastos del viaje.

Los esfuerzos por proteger y educar a las niñas seguían siendo insuficientes, así que Catalina viajó a España en 1535 para entrevistarse con la emperatriz Isabel. Consiguió que tres nuevas maestras fueran enviadas a América a apoyar esta magnífica labor.

Comenzó así a crecer un cuerpo de maestras que fue abriendo hasta diez colegios en distintos territorios de Nueva España (Texcoco, Otumba, Xochimilco, Coyoacán, Tlamanalco, Cuautitlán…), donde hasta cuatro mil niñas nativas eran protegidas y educadas. No había distinción de clases sociales, ya que tanto jóvenes nativas como hijas de caciques eran atendidas en estos centros, que se mantenían de las donaciones aportadas por la nobleza india y por damas españolas.

En este grupo de maestras pioneras figuraban nombres como Elena Medrano, Juana Gra, Elvira Díaz de Olmedilla, María Ramírez, Juana Rodríguez, Magdalena de Urbina, Isabel Martínez, Gerónima Valmaseda, Juana Guerra, Elena de Loyola, Catalina de Muela, Isabel Pérez y Francisca de Velazco.

El final de una mujer y de un proyecto

La terrible peste bubónica de 1545 hizo estragos en estos colegios, acabando con la vida de muchas niñas y maestras, incluida la propia Catalina de Bustamante. Podemos decir que el proyecto de las escuelas de Catalina finalizó con la muerte de esta en 1546, pero la semilla de la educación universal en tierras americanas quedó arraigada gracias a su generosa labor.

En la ciudad de Texcoco permanece viva su memoria. Una hermosa estatua la recuerda como «Maestra Catalina de Bustamante, primera educadora de América».


Estatua de Catalina de Bustamante en Texcoco.

Para saber más

«Catalina de Bustamante, primera educadora de América», Juan Ruiz Banderas.

Ocio y entretenimiento

«Catalina de Bustamante. La primera maestra del nuevo mundo», cómic de Manuel del Barco Cantero y Daniel Vivas Rodríguez.



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