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Hernando de Soto

(por Manuel Fuentes Márquez, historiador americanista)


Orígenes

Hijo de Francisco Méndez de Soto, natural de Jerez de los Caballeros y de Leonor Arias Tinoco, procedente de una importante familia de hidalgos de Badajoz, Hernando de Soto nació en Barcarrota (Badajoz) en 1500 en el seno de una familia bien avenida y de posible rama judeoconversa por vía paterna.

Si bien es cierto que existe cierta disputa acerca de su lugar de origen (Jerez, Badajoz y Barcarrota), la historiografía más tradicional y actual se decanta por la naturaleza barcarroteña del conquistador. El famoso Inca Garcilaso (1539-1616), cuyo padre conoció de primera mano a Soto, afirmaba en La Florida del Inca (1605) que Hernando era natural de «Villanueva de Barcarrota». Por su parte, Esteban Mira Caballos, doctor en Historia y experto en la Conquista de América, defiende la procedencia barcarroteña de Soto destacando que su hermano Juan, primogénito de la familia, tenía el mayorazgo en dicha localidad, que allí envió buena parte de su primer botín americano al resto de sus hermanos y que, precisamente, en su expedición a Florida se enrolaron muchos más barcarroteños que jerezanos.

Viaje a América

Segundón de condición, Hernando no tenía posibilidad de heredar el mayorazgo y urgía buscarse un futuro por su cuenta: Italia, la Corte, América… El destino quiso que, hacia 1514, Pedrarias de Ávila organizase su expedición a la Castilla del Oro (actual Panamá) para relevar a Vasco Núñez de Balboa en su gobernación. Hernando no dudó ni un segundo y se enroló con tan sólo 14 años. El joven barcarroteño llegó a unas Indias aún indómitas donde fue testigo de las hostilidades de los nativos y de las desavenencias y rivalidades entre españoles, como la habida entre Pedrarias y Balboa.

En 1519 se le supone su bautismo de fuego, participando en una cabalgada contra indígenas enemigos bajo el mando de Francisco Pizarro y Gaspar de Espinosa. Las crónicas destacan su valentía y arrojo, por lo que no es de extrañar que en 1523 fuera determinante en la expedición de Francisco Hernández de Córdoba a Nicaragua, donde fundó las ciudades de Granada y Nuevo León.

Pero el primer gran paso adelante lo dio Hernando de Soto al enfrentarse a Gil González Dávila, apoyando las pretensiones de Pedrarias sobre Guatemala. Aquella muestra de lealtad le valió a de Soto la concesión de importantes cargos, tierras y repartimientos de indios con los que comenzó a hacer fortuna.

A la conquista del Perú

Hacia 1530 Francisco Pizarro y Diego de Almagro se encontraban en plenos preparativos de su expedición al Incario (1532). Para entonces, Hernando de Soto era un rico y respetado hacendado cuya principal empresa consistía en el flete y construcción de navíos para el comercio con Panamá. Fue el encargado de fabricar los navíos para la empresa pizarro-almagrista, a la cual fue invitado a sumarse y accedió de buena gana, empeñando todo cuanto tenía y aportando una importante cuantía económica.

Hernando de Soto fue enviado de avanzadilla para explorar el territorio incaico. El 15 de noviembre de 1532 la hueste de 168 españoles llega a Cajamarca, donde se suponía estaba el emperador Atahualpa. Sin embargo, los conquistadores se toparon con una ciudad desierta. Atahualpa se encontraba a las afueras, con un ejército de unos 8.000 hombres. Francisco Pizarro encomendó a Soto y a su hermano Hernando Pizarro acudir al encuentro del Inca para invitarlo a Cajamarca. Se encontraron a un Atahualpa soberbio y desafiante, que ignoraba las bravuconadas de Hernando Pizarro pero atendía al buen talante de un de Soto comedido que trató de impresionarlo con una exhibición ecuestre.

Atahualpa accedió a la invitación, aunque con la intención secreta de capturar a los españoles. Pero Pizarro, que se le había adelantado en esta idea, actuó con mayor rapidez y determinación, haciendo prisionero al soberano inca y desbaratando por completo su contingente. A partir de aquí, de Soto empatizó con el Inca y se convirtió su principal valedor, amén de uno de los hombres de mayor confianza de Pizarro, aunque poco pudo hacer por la vida de Atahualpa cuando se dictó su ejecución.

Nombrado corregidor de Cuzco y teniente gobernador, tan pronto como comenzó la disputa entre Almagro y Pizarro, de Soto decidió abandonar el Perú en 1535 y marchar a España con las ganancias obtenidas que, según el autor Mira Caballos, ascenderían a unos 38 millones de euros.

La ambición de capitanear una expedición

A su vuelta a España, Hernando de Soto apremió las gestiones para consolidar su posición y acrecentar su fama buscando encabezar su propia expedición. En 1537 tomó por esposa a Isabel de Bobadilla, hija de Pedrarias de Ávila, y ese mismo año la Corona le concedió la gobernación de Cuba y el título de adelantado de la Florida, donde esperaba encontrar una civilización similar a la azteca o inca y tener mayor fortuna que Pánfilo de Narváez (1527).

Paró poco tiempo en Cuba, porque, tan pronto como pudo, zarpó a Florida con un importante contingente de 620 hombres y 220 caballos. En mayo de 1539 arribaba a la bahía de Tampa, que él bautizó con el nombre de Espíritu Santo.

Una Florida sin ganancias

Calor, humedad, pantanos, ciénagas, caimanes, mosquitos e indios hostiles. Aquello fue con lo que se topó de Soto a su desembarco. La única buena noticia del extremeño fue el hallazgo de un español naufragado 12 años antes llamado Juan Ortíz, esclavo de un cacique que conocía la lengua y la geografía del lugar. Pero aquello no cambió nada. La expedición recorrió la inhóspita costa oeste de Florida, hacia 1540 se adentró en los Apalaches, cruzó las Carolinas y llegó hasta Tennessee sin encontrar más que pequeños poblados sin nada de valor, mucho cansancio, hambre y sed.

Desde el Misisipi hasta Hot Springs: el gran explorador de América del Norte

La actual región de Alabama acogió a los españoles con toda su furia. La hueste de Hernando de Soto fue emboscada por los indios choctaw, perdiendo a más de 200 hombres, unos 40 caballos, buena parte de la comida y el agua. La venganza fue terrible. En aquellas condiciones no cabía cuartel.

Hastiados, los españoles continuaron hacia el oeste hasta toparse con el gran río Misisipi (cuarto más largo del mundo) el 8 de mayo de 1541. No fue de Soto el primero en divisarlo, sino otro paisano extremeño, Alonso Álvarez Pineda, natural de Aldeacentenera (Cáceres), quien en 1519 lo descubrió y navegó por primera vez. Pero sí fue pionero Hernando de Soto en cruzarlo, lo que le llevó al menos un mes. Tras el éxito, la expedición continuó hasta Hot Springs, siendo los primeros hombres del Viejo Mundo en divisar la famosa región termal de los vapores de Arkansas.

Una sepultura digna de un aventurero

A esas alturas, ya nadie creía en la expedición, tan sólo de Soto. Acosados por los nativos, continuarán hasta el río Coddo donde, finalmente, el barcarroteño decidirá volver sobre sus pasos hasta el río Misisipi. Por el camino, el adelantado contraerá la malaria, enfermedad que le llevaría a padecer un trance fatal y que acabaría con su vida el 21 de mayo de 1542. Tenía 42 años. El mando de la expedición lo recogió el pacense Luis de Moscoso, quien tras recorrer sin rumbo aparente parte de Louisiana y Texas, optó por navegar el Misisipi, costear el golfo de México y adentrarse en el río Pánuco, desde donde llegará, finalmente, a Nueva España en 1543 tras 4 años de una exploración sin más fruto que los descubrimientos. Tan sólo regresaron 311 hombres.

Para no dar muestras de debilidad a los nativos aliados y mantener entre ellos la certeza de su condición divina, los hombres de Hernando de Soto lo cubrieron con mantas y cortezas de árboles y por la noche lo sumergieron en el río Misisipi.

Una tumba muy lejana del lugar que él había deseado -en la iglesia de San Miguel de Jerez de los Caballeros, junto a su madre-, pero mucho más digna de un aventurero de leyenda que había dejado para la Historia el hallazgo de un sin fin de parajes jamás soñados.

El legado de De Soto en los actuales EE.UU.

Los Estados Unidos de América han sabido preservar la memoria de tan gran personaje, que forjó parte de la historia de ese país. Aquí dejamos algunas muestras de ello.

«De Soto National Memorial». Monumento conmemorativo nacional a de Soto que se encuentra ubicado en Florida y conmemora el desembarco en 1539 del conquistador y explorador español Hernando de Soto en la primera exploración organizada por los europeos en lo que hoy es el sur de los Estados Unidos.

«De Soto Trail». Ruta histórica que sigue los pasos del explorador por los distintos estados norteamericanos (Florida, Georgia, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Tennessee, Alabama, Misisipi, Arkansas, Texas y Louisiana).

«Primera Navidad en los EE.UU.». Aunque no existen evidencias que demuestren que Hernando de Soto y sus hombres celebraron esa primera Navidad en Tallahassee, es difícil imaginar que los sacerdotes que viajaban con de Soto no celebraron una misa el Día de Navidad de diciembre de 1539.

«De Soto Heritage Festival». Festival celebrado cada 30 de abril en Bradenton (Florida) que conmemora la llegada de Hernando de Soto a esas tierras en 1539.

«Automóvil DeSoto». Marca de automóviles, fabricada y vendida por Chrysler Corporation de 1928 a 1960. El logo de DeSoto era una versión estilizada de Hernando de Soto. El De Soto fue oficialmente cerrado el 30 de noviembre de 1960, con más de 2 millones de vehículos construidos desde 1928.1.

«Billete de 500 dólares». Existe una serie de billetes de 500$ del año 1918 donde aparece la figura de Hernando de Soto. Este billete está fuera de circulación, y es una pieza de coleccionistas que puede alcanzar un valor de 30.000 dólares. Actualmente, solo se conocen cinco copias de este billete retratando al explorador extremeño.

«Cuadro del Capitolio». En la rotonda del Capitolio en Washington D.C. se encuentra un enorme cuadro titulado «Descubrimiento del Mississippi por De Soto». Pintado por William H. Powell en 1853, forma parte de la exposición permanente de la Rotonda desde 1855.

«Friso del Capitolio». En la rotonda del Capitolio en Washington D.C. se encuentra un grabado llamado «Entierro de Hernando de Soto», que recoge este momento de la historia norteamericana.

Numerosos colegios, parques, calles, institutos, ciudades, puentes, negocios, … llevan el nombre de este conquistador extremeño.



Para saber más

«Hernando de Soto. El conquistador de las tres Américas». Mira Caballos, Esteban. . Badajoz, Fundación Obra Pía de los Pizarro, 2012.

«El secreto de Hernando de Soto y otros estudios sobre Barcarrota». Mira Caballos, Esteban. Barcarrota, Colección Altozano, 2016.

«La Florida del Inca». De Figueroa, Gómez Suárez. Madrid. Historia 16. 1986.

«Hernando de Soto, biografía novelada ». A. Muñoz de la Peña. Revista de Estudios Extremeños, XVI:2 (1960) págs. 409-428.

Ocio y entretenimiento

«Casa Museo de Hernando de Soto».Visita la casa museo de este ilustre personaje (Barcarrota).




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