García López de Cárdenas
(por Manuel Fuentes Márquez, historiador americanista)
█ Orígenes
Nacido en
Llerena hacia el año 1500, la vida de López de Cárdenas es una de las más emocionantes pero, a la vez, con más incógnitas de todos los grandes conquistadores y exploradores de la Historia. Se sabe que es descendiente del último gran maestre de la Orden de Santiago, Alonso de Cárdenas y Portocarrero, aunque no queda claro el grado de parentesco, por lo que parece más que evidente que pudiera recibir una buena educación.
Casa Maestral de la Orden de Santiago en Llerena.
█ Viaje a América
No se sabe en qué momento exacto pasó López de Cárdenas a América, aunque puede suponerse que fuera justo posteriormente a 1521,
tras la conquista de México por parte de Hernán Cortés. Es posible que en esta etapa hiciese cierta fortuna y se destacase como un valiente guerrero, participando en las
expediciones de pacificación de las regiones periféricas más inmediatas. Esto explicaría el papel de primer rango que ocupará en la expedición de
Francisco Vázquez de Coronado años después.
█ A la búsqueda de las «siete ciudades de Cíbola»
Durante la Edad Media se fraguó la leyenda de unos
obispos hispanos que huyeron en el 711 a la llegada de los musulmanes. Estos habrían marchado a una «tierra nueva» donde
fundaron siete grandes ciudades de una prosperidad sin precedentes. Sin embargo, nadie sabía ubicarlas ni el relato parecía muy creíble. Pero en 1536
Álvar Núñez Cabeza de Vaca y sus tres compañeros supervivientes regresaban a Nueva España tras su periplo norteamericano. Cabeza de Vaca se entrevistó con don Antonio de Mendoza, primer virrey novohispano llegado apenas un año antes, quien le hablará de las inmensas tierras habidas más allá de las demarcaciones virreinales.
Para corroborar las noticias de Cabeza de Vaca, Mendoza enviará al
franciscano Marcos de Niza al actual estado de Sonora (México) para explorar nuevos horizontes. A su regreso, fray Marcos dará fe al virrey y
pregonará la existencia de la «Tierra Nueva» donde, afirmaba, había encontrado la gran
Cíbola y otras siete ciudades que superaban en tamaño y riqueza a la vieja Tenochtitlan, y donde sus habitantes comían en vajillas de oro y plata y decoraban sus casas con perlas, turquesas y esmeraldas. Lo que el virrey Mendoza no sabía era que aquellas descripciones no eran sino exageraciones de las descripciones de
Estebanico, un esclavo negro, superviviente de la expedición de Cabeza de Vaca, que fue asesinado en Hawikuh por los indios Zuñi.
Tan suculentas noticias despertaron las ansias del virrey, que no tardó en ofrecer una
expedición de exploración y conquista a su amigo y protegido Francisco Vázquez de Coronado, gobernador de Nueva Galicia.
Itinerario de la expedición de Coronado en 1540-1542 (México, Arizona, Nuevo México, Texas, Oklahoma y Kansas).
█ A la conquista de Cíbola, la ciudad maldita
El 22 de febrero de 1540 Francisco Vázquez de Coronado, nombrado capitán general, parte desde la ciudad de Compostela (en la actual Nayarit, México), al mando de 150 hombres de a caballo, 200 infantes y unos 800 indios auxiliares. Con él viajaba García López de Cárdenas en calidad de
capitán, atraído por las noticias y deseoso de participar en una expedición tan lucrativa como prometía ser ésta. Al poco de la partida, García recibiría un cargo de aún mayor responsabilidad. La inesperada muerte del
maestre de campo Lope de Samaniego, víctima de un flechazo en el ojo, en una pequeña reyerta contra unos nativos, llevó a Coronado a ascender al llerenense, que de aquí en adelante marcharía a la vanguardia de la hueste y se convertiría en la
mano derecha de Vázquez de Coronado.
López de Cárdenas se adelantaría hasta la actual frontera sur de
Arizona, donde mostró infructuosamente su buena voluntad a los nativos del lugar. Posteriormente la expedición remontó el río Zuñi. La llegada a Cíbola (en realidad el poblado de Hawikuh) fue complicada y
decepcionante. Los españoles se encontraron con un pueblo entre peñascos, muy pobre y con una población muy hostil que les prohibió dar un sólo paso. El intento de López de Cárdenas de negociar fue respondido con un bravo ataque indio que a punto estuvo de costarle la vida a Coronado de no ser por la audaz carga de caballería encabezada por Cárdenas.
Hostilidad y pobreza. Eso fue todo lo que encontraron los españoles en un primer momento. Cíbola y las siete legendarias ciudades demostraron ser un puñado de aldeas belicosas que no debían sobrepasar los 200 habitantes.
La expedición de Coronado, por Augusto Ferrer Dalmau.
█ El descubrimiento del Gran Cañón del Colorado
Pero Coronado y sus hombres se negaban a tirar la toalla. Debía haber algo más. ¿Dónde quedaban las visiones de fray Marcos? La nueva noticia de otras siete ciudades más al norte (cerca de la actual Tusayan en Arizona) animó a los conquistadores a seguir en su empeño.
Fue en este nuevo avance cuando Pedro Tovar trajo nuevas acerca de la existencia de
un gran río «entre montañas coloradas» al oeste. Si aquello era cierto, la expedición contaba con un abastecimiento de agua seguro. López de Cárdenas partió de inmediato, acompañado por un un puñado de hombres que tras más de veinte jornadas lograron atravesar el desierto y alcanzar a divisar un lugar increíble: larguísimo y ancho río atrapado entre enormes paredes de rocas rojas y pardas «más altas que la gran torre de Sevilla», que diría el propio López de Cárdenas. Estaban ante el
Gran Cañón del Colorado.
El de Llerena calculó la anchura de unas «tres o cuatro leguas» y pasó varios días buscando sin suerte la manera de descender al río Colorado. Habría que esperar hasta la década de 1850 para que los propios estadounidenses llevasen a cabo su propia expedición para descender el Gran Cañón.
Españoles en el Colorado, por Augusto Ferrer Dalmau.
█ Sin ciudades y sin riquezas
Sin éxito en el Gran Cañón, los expedicionarios continuaron hacia el este, buscando las legendarias ciudades cruzando el río Bravo. Sin embargo, las penurias de los conquistadores continuaron. Los poblados de los Acoma y Tiguex no daban ninguna esperanza de riqueza y en abril de 1541, cuando buscaban la mítica villa de Quivira, recorriendo los Llanos del Estacado, los españoles llegaron a desorientarse sin más referencia que una brújula.
Finalmente, en el actual estado de
Kansas, junto al río Arkansas, dieron con Quivira, que en realidad no era más que un pequeño poblado de «pieles rojas» donde habitaban los wichitas.
Ya sin ninguna esperanza, Coronado decidió poner
rumbo de vuelta a la Nueva España. Su expedición parecía ser un calco de la de
Hernando de Soto (coetánea en el tiempo y próxima en ubicación): todo un
éxito de la exploración geográfica y una verdadera
ruina humana y económica. A punto estuvieron de cruzar sus caminos ambos conquistadores, pero el azar no jugó a su favor.
█ Un mediador, un conquistador y una gran incógnita
En esta etapa de la empresa, García López de Cárdenas se convertirá en la punta de lanza del regreso de la expedición. El extremeño fue el encargado de mediar con los mismos nativos a los que se había enfrentado por el camino. Soportó estoicamente y sofocó la hostilidad de los naturales, que mostraban predilección por el sacrificio de los caballos de los españoles. Cárdenas solía presentarse ante los naturales en son de paz, desarmado y sin más protección que su escasa armadura. Aquello estuvo a punto de costarle la vida en el poblado fortificado de Moho, cruzado el
Río Grande, donde lo apalearon y a punto estuvieron de capturarlo.
Finalmente, en julio de 1542, tras muchos sufrimientos y
más de 2 años de intensas jornadas, regresarán a la Nueva España. En el camino quedaron
tres frailes que voluntariamente se asentaron en distintos poblados indios para llevar a cabo su evangelización. Todos fueron ejecutados y se convirtieron en los
primeros mártires cristianos de los actuales Estados Unidos de América: fray Juan de la Cruz, fray Luis de Escalona y fray Juan de Padilla.
¿Y qué fue de López de Cárdenas? Tras su regreso, apenas se supo más de él. Se conoce que no tardó mucho en
volver a España, reclamado para hacerse cargo de la herencia familiar tras el fallecimiento de su hermano mayor. Se desconoce dónde y cuándo murió, pero en la Historia perviven
su arrojo y grandes descubrimientos que aún a día de hoy pueden respirarse desde su bienhallado Cañón del Colorado.
█ Para saber más
«Quién es quién en la América del Descubrimiento (1492-1600)». González Ochoa, J. M. (2003). Madrid, Acento Editorial.
«Conquistadores Extremeños». López Martínez, M. (2004). León, Ediciones Lancia.
«Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México» vol. II. VV. AA., (1995). México D. F., Editorial Porrúa.