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Pedro de Valdivia

(por Manuel Fuentes Márquez, historiador americanista)


Orígenes

Hijo de Pedro Onças de Melo, de ascendencia portuguesa e Isabel Gutiérrez de Valdivia, hidalga natural de Campanario, Pedro de Valdivia se crio en un ambiente cómodo. Vino a este mundo en 1497, y si nació en Castuera o en Villanueva de la Serena (ambas en Badajoz) es una encrucijada aún sin resolver, aunque tampoco importa, ya que fue de los extremeños que mejor repartió la toponimia de su tierra por el continente americano.

Un soldado del emperador

En 1521, a los 23 años, el joven Valdivia, que siempre quiso «dejar fama y memoria» se alistó en las tropas reales para hacer frente a la Revuelta de los Comuneros. Tan buena mano se dio y tanto provecho vio en el ejército, que mantuvo su plaza en los enfrentamientos europeos que por entonces tensionaban las posesiones de Carlos V. Participó en las campañas de Italia que enfrentaron al emperador con Francisco I de Francia y los estados italianos. Estuvo presente en la batalla de Pavía (1525), donde fue hecho prisionero el rey francés, algunas fuentes lo situaron en el Saco de Roma (1527) y concluyó su servicio en Nápoles.

Viaje a América

Curtido y hastiado de la guerra, Pedro regresó en 1527 a su Extremadura natal para asentarse. Casó con María Ortiz Gaete, de buena familia hidalga y probó el sabor de la vida relajada. Pero aquello era insuficiente para un hombre como Valdivia. En 1534, Jerónimo de Alderete, antiguo camarada de las guerras en Italia, lo convence para unirse a la expedición de Jerónimo de Ortal a la región de Paria (Venezuela) en su búsqueda de El Dorado. A sus 37 años, Valdivia volvía a la aventura.

Maestre de campo de Francisco Pizarro

Su experiencia en Paria fue desastrosa. Sin rumbo ni resultado, Ortal llevó a la hueste a la más honda desesperación, provocando un alzamiento en su contra y el regreso de los hombres a La Española. Allí los principales cabecillas fueron detenidos por rebelión, pero Valdivia escapó de esta suerte. Tiempo después, en 1538, llegaban noticias a la isla de Francisco Pizarro, el conquistador del Perú, quien solicitaba voluntarios para sumarse a su causa en la guerra civil que mantenía con Diego de Almagro por las delimitaciones de sus poderes.

Fue Valdivia una pieza fundamental en la batalla de las Salinas, aquella que decidió la victoria de Pizarro sobre su antiguo socio Almagro. Su experiencia militar le valió ser nombrado maestre de campo por el trujillano y respondió aportando lo mejor de sí con su liderazgo. Su buen desempeño y fidelidad llevaron a Valdivia a ser recompensado con su primera encomienda en el Valle de la Canela y la concesión de una mina de plata en Porco que llegaría a producir 20.000 pesos de oro al año (unos 5,3 millones de euros actuales).

Capitán de una expedición maldita

Valdivia podría haberse retirado, traer a su familia y disfrutar de lo ganado. Pero, nuevamente, aquel corazón incansable y sus ansias de fama le empujaron a embarcarse en una nueva aventura. Quería encabezar su propia conquista: quería su propia gobernación. Solicitará permiso a Pizarro para partir hacia el sur, al actual Chile, a aquella tierra precedida por el inhóspito desierto de Atacama que se tragó a parte de la expedición de Almagro años antes. Después de aquello, nadie confiaba en que hubiera algo de provecho más abajo del Perú. Otro problema se sumaba, y es que faltaba la licencia real para acreditar la empresa. Por ello a Valdivia le costó lo indecible reunir gente y financiación para una expedición tan arriesgada. Pero Pizarro se las ingenió para convencer al rico hacendado Francisco Martínez y a Pedro Sánchez de la Hoz, que acababa de volver de España con la capitulación de conquista de aquellas tierras, para que se asociaran con Valdivia.

En enero de 1540, Pedro de Valdivia parte con apenas 20 hombres. Con él iba Inés Suárez de Plasencia en condición de sirvienta, viuda de un conquistador y ahora amante del extremeño. Pedro Sánchez quedaría comprando pertrechos y reclutando soldados y se le habría de unir poco después. Por el camino, más españoles fueron sumándose a la hueste hasta alcanzar los 110 efectivos. Acamparon en la región de Tarapacá, desde donde Valdivia partió a San Pedro de Alcántara para buscar a su amigo Francisco de Aguirre «el Viejo» y a sus 25 hombres. Esa noche apareció Pedro Sánchez de la Hoz sin ningún refuerzo ni más vitualla que tres acompañantes que se internaron en la tienda de Valdivia con la intención de asesinarlo y hacerse con la expedición. Pero los gritos de Inés Suárez alertaron a la guardia y provocaron la captura del traidor, que a la vuelta de Valdivia fue perdonado a cambio de renunciar por escrito a sus derechos capitulares y a colaborar como un soldado más. ¿Por qué no lo ejecutó? Seguramente porque matar a un hombre con un permiso del rey podía ser mucho más perjudicial.

El desierto de Atacama

Con unos 150 hombres y cerca de 1.000 indios de servicio, la expedición de Valdivia se adentró en el infernal desierto de Atacama, debiendo atravesar sus 1.600 km de longitud sin apenas manantiales (apenas llueve una vez cada 15-40 años y ha habido ocasiones en que ha tardado 400) y soportando temperaturas que oscilaban entre los -25ºC y los 50ºC. Las exhaustas jornadas, sin apenas víveres, se hicieron aún más duras al toparse con la devastadora imagen de los cadáveres momificados a la intemperie de los caballos y hombres de la expedición de Almagro. La situación no podía ser peor. Hubo intentos de motín que fueron sofocados de raíz y la única alegría vino del hallazgo de la «Aguada de doña Inés».

La Nueva Extremadura

El 26 de octubre de 1540 tras meses de andadura, la expedición llega al valle de Copiapó, donde al fin encontraron agua en cierta abundancia y un clima más benigno. Sin embargo, la hostilidad en esta ocasión vino por parte de 8.000 nativos diaguita, que dieron una hostil bienvenida a los españoles. Pero estos, a pesar del agotamiento, reaccionaron con efectividad y Valdivia tomó posesión de aquella tierra bajo el nombre de Nueva Extremadura.

Poco tiempo después, en diciembre, Valdivia alcanzará el fértil valle de las orillas del río Mapocho, a los pies del cerro Huelén. Aquel era el mejor lugar para tomar asentamiento: la tierra era rica, los nativos abundantes y la geografía muy propicia para la defensa y la comunicación, por su cercanía a la costa. El 12 de febrero de 1541 Valdivia fundará la villa de Santiago del Nuevo Extremo, germen de la actual capital de Chile, sus hombres lo ratificarán como gobernador y capitán general e informó a sus nuevos vecinos indígenas de su intención de quedarse allí capturando a Michimalonco, principal cacique que había instigado varios de los ataques de los picunches y a quien liberó al poco tiempo.

Una defensa pírrica

Valdivia no desaprovechó el tiempo. A la vez que el nuevo poblado crecía, realizó incursiones de exploración para conocer el terreno de aquella que prometía ser su gobernación. Pronto descubrió que el oro no era abundante (no encontró nada más allá de ciertos lavaderos en algunos ríos), pero la fertilidad de aquellas tierras bien podían granjear una riqueza agrícola sin precedentes. Contrastaba esto con la gran hambruna sufrida por los indios en 1540, que les llevó a amenazar a los españoles con arrebatarles su primera cosecha.

En una declaración de intenciones, los indios quemaron el barco que Valdivia construido para comunicarse con el Perú. A aquella amenaza se sumó un nuevo y fallido complot de Pedro Sánchez de la Hoz. Sin más remedio, Valdivia realizó varias cabalgadas por los principales poblados y tomó presos a sus caciques, encerrándolos en Santiago y partiendo nuevamente al encuentro de los nativos. En ausencia del Capitán general, Michimalonco y unos 10.000 guerreros asaltaron la villa de Santiago, custodiada únicamente por 50 españoles y unos 200 indios. Destacaron en esta heroica defensa Alonso de Monroy, que lideró la defensa e Inés Suárez, que ante la avalancha de los nativos decapitó a sus caciques capturados y se presentó ante ellos con sus cabezas, lo cual, cuentan, provocó la desbandada de los asaltantes.

Santiago quedó arrasada, sin más víveres que unos 3 cerdos, un gallo y una gallina y dos almuerzas de trigo (poco más de 4 puñados). La recuperación fue tediosa, no se comió más que raíces y capturas furtivas. Todo lo sobreviviente se dejó para cría y repoblamiento. En aquella situación crítica, Valdivia enviará a Alonso de Monroy al Perú para reclutar más hombres y traer provisiones. Para disuadir a quienes dudaran recolectó el poco oro habido hasta el momento y aderezó jarras y espadas para crear un espejismo de ilusión.

Glorias y desventuras de un esforzado conquistador

Monroy volverá con 70 hombres y bastantes pertrechos, y en acción de gracias Valdivia fundará una ermita en honor a la Virgen del Socorro, aquella pequeña imagen que lo acompañó en la montura durante su aventura americana y que hoy puede observarse en la iglesia y edificio más antiguo de la capital chilena, ahora bajo la advocación de San Francisco. La empresa volvía a remontar. En 1544 Valdivia enviará a Juan de Bohón a fundar el municipio de «La Serena» (nuevamente con la memoria puesta en Extremadura) en el valle de Coquimbo y por las mismas fechas arreglará las rencillas con Michimalonco. La llegada de la nao «San Pedro» del genovés Juan Bautista Pastene, traerá buenas nuevas acerca de la riqueza de las tierras a la altura del estrecho de Magallanes. Pero poco a poco, la población nativa fue emigrando hacia las zonas más meridionales y ello provocó que Valdivia se viera obligado a reorganizar las encomiendas y repartimientos para contentar a todos los pobladores y llevar la conquista hacia el sur.

El cruce del río Itata demostró a Valdivia la verdadera hostilidad de los mapuches que asaltaron a los españoles Quilacura en las cercanías del río Biobio. Valdivia consiguió repeler a los nativos y fue en esta campaña cuando capturó al joven indio Lautaro, que pasaría a servir a Valdivia en condición de paje y quien años más tarde, aprendidas las tácticas españolas, volvió con los suyos.

Vuelta a la guerra civil del Perú y consagración de su gobernación

En 1547 Pedro de Valdivia se embarcó nuevamente al Perú para comprar pertrechos y reclutar más hombres para afianzar y expandir su conquista. Allí se encontró la noticia del asesinato de Francisco Pizarro y un cúmulo de sucesos que derivaron en una nueva guerra civil, ahora entre los viejos conquistadores (Gonzalo Pizarro entre ellos) por la abolición de las encomiendas. Valdivia se unirá al bando realista de Pedro de la Gasca y tras su victoria logró ratificar jurídicamente su cargo de gobernador. Volverá a Chile en enero de 1549 con unos 200 hombres, libre de cualquier acusación y reforzado por la ejecución de Pedro Sánchez de la Hoz que en su ausencia volvió a intentar urdir un complot. Valdivia no tardará en ponerse manos a la obra, y aunque un accidente a caballo y una enfermedad estuvieron a punto de apartarlo de esta tarea, reconstruirá La Serena, arrasada por los nativos meses atrás. En 1550 volverá a encabezar una expedición hasta la hostil región del río Biobio, en cuya ribera norte fundará el fuerte de Penco futura ciudad de Concepción.

El trágico final de un guerrero

Confiado en su éxito, Valdivia envió reclamo a España para solicitar extender su gobernación hasta el estrecho de Magallanes y para no perder tiempo ni argumentos, cruzó el Biobio fundó una serie de fuertes y ciudades: en el río Damas, el fuerte La Imperial; en el Calle-Calle, la villa de Valdivia; a orillas del lago Mallalauquén (Villarrica) la Villa Rica… Justo en este punto de la conquista, en toda su plenitud, los araucanos, liderados por Lautaro atacaron el fuerte de Tucapel, obligando a su guarnición a retirarse a Purén y pidiendo auxilio al fuerte La Imperial.

Informado del éxito de la defensa en Purén y sin tiempo que perder, Valdivia partirá a todo galope con tan sólo 50 hombres a recuperar el fuerte de Tucapel. Era el 25 de diciembre de 1553, día de la Natividad del Señor. Conocedor de las tácticas españolas, Lautaro, ahora jefe guerrero de los araucanos, tendió una emboscada al extremeño, cercando y aniquilando a sus hombres. Y cuando Valdivia ordenó retirada, aquello estalló en un sálvese quien pueda. El gobernador logró huir a lomos de su caballo pero al poco quedó atrapado en una ciénaga y fue capturado y al poco ejecutado. Tenía 56 años. Su cabeza y la de otros dos españoles fueron expuestas en el fuerte de Tucapel y exhibidas como trofeo de batalla por los araucanos. Moría así uno de los conquistadores más esforzados y sufridos de toda la Historia: «Geométrico en trazar y poblar; alarife en hacer acequias y repartir aguas; labrador y gañán en las sementeras; mayoral y rabadán en hacer criar ganados. Y en fin, poblador, criador, sustentador, conquistador y descubridor» (Carta de Valdivia a Carlos V, 1545) . El creador de un nuevo Chile que siempre llevó muy a gala su origen extremeño.

Para saber más

«Cartas de Pedro de Valdivia, que tratan del descubrimiento y conquista de Chile». De Valdivia, Pedro (1545-1552). cervantesvirtual.com

«Historia de todas las cosas que han acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado». De Góngora Marmolejo, Alonso (2015). Letras del reino de Chile. Editorial Universitaria de Chile.

«Crónica y relación copiosa y verdadera de los Reinos de Chile». De Vivar, Jerónimo, (1979). Berlín, Colloquium Verlag.

Ocio y entretenimiento

«Inés del alma mía». Serie de 8 episodios producida por RTVE en 2020.




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