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Una conquista pactada

(por Esteban Mira Caballos, historiador, escritor y profesor, especializado en el descubrimiento y la conquista de América)



La conquista de América fue en todo momento pactada, no impuesta, algo que estuvo favorecido por la gran diversidad, división y enemistad que existía entre los grupos indígenas. Este sistema de pactos fue practicado a lo largo y ancho del continente americano, igual que hicieron otros imperios expansivos antes y después. Incluso, los propios incas habían extendido su imperio combinando las campañas militares con una amplia red de pactos y tratados con los diferentes grupos étnicos a los que sometían.


Sometimiento entre pueblos nativos (códice Magliabechiano).

A lo largo y ancho del Nuevo Mundo, en el bando vencedor hubo un pequeño grupo de españoles junto a una mayoría de pueblos indígenas: tlaxcaltecas, huejotzingos, cempoaleses, michoacanos, cañaris, huancas, chimúes, chachapoyas, tallanes, yungas, guaraníes, etc. En el continente americano había un secular enfrentamiento entre señores, y una parte de estas élites se aliaron con los hispanos en un desesperado intento por mantener o ampliar sus privilegios. Mientras que los tlaxcaltecas y totonacas fueron los grandes aliados en la conquista del imperio mexica, los cañaris y los chimúes fueron su equivalente en la caída del imperio inca. Lo mismo en Nueva España que en el área andina, se produjo una alianza entre los señores étnicos con los españoles, lo que les permitió conservar una parte de su poder. Sin duda, los conquistadores lo cambiaron todo, pero entre los grupos enfrentados hubo siempre una aplastante mayoría de indígenas.


Alianzas de españoles y nativos (lienzo de Tlaxcala).

Estos grupos participaron activamente en la guerra y se consideraron a si mismo conquistadores. Y ello por dos motivos: uno, porque la guerra se entendía, al igual que en Europa, como una oportunidad para conseguir mejoras para la comunidad y, a nivel individual, para obtener un ascenso social. De hecho, en buena parte del continente americano, el linaje se adquiría preferentemente por méritos de guerra. Incluso, en reinos como el mexica, había instituciones bastante similares a las Órdenes Militares españolas, a las que se accedía tras haber capturado a un número determinado de enemigos en el campo de batalla. Y otro, porque había cientos de pueblos tributarios, lo mismo en el área mesoamericana que en la andina, añorantes de su libertad perdida, que vieron la llegada de los europeos como una oportunidad para recuperar su independencia.

Gobernantes necesarios

Una vez superada la conquista, las élites indígenas se acomodaron dentro del sistema implantado por el Imperio Habsburgo y jugaron un papel destacado en la conformación del orden colonial. La estructura política quedó hibridada, manteniéndose, durante la época virreinal, una parte de la organización prehispánica. El gobierno directo de los naturales estuvo, sobre todo en el siglo XVI, en sus propios caciques y curacas. En este sentido, escribió Alonso de Zorita que, tras la caída de Tenochtitlan, solo perdió su reino Moctezuma, todos los demás tlatoques y caciques de la Nueva España conservaron sus respectivos señoríos. Igualmente, los curacas andinos fueron los intermediarios entre la fuerza laboral de los ayllus y el Inca, por lo que eran mediadores necesarios. Dado que eran la autoridad que los andinos reconocían, durante la época hispánica se les reconoció este papel de intermediación. De hecho, una vez finalizada la conquista, en un lapso de tiempo muy breve, la nobleza indígena recuperó sus derechos, convirtiéndose en gobernadores de sus antiguos cacicazgos. Igual que los tlatoque de Nueva España, los descendientes del Inca Huayna Cápac también gozaron de amplios privilegios. Incluso, desde tiempos de Felipe II funcionó un consejo de veinticuatro electores incas, pertenecientes a las casas Hurin Cusco y Hanan Cusco, que mantuvo un gran influjo durante toda la época virreinal.


Respeto a la nobleza nativa y mestizaje (matrimonio entre Don Martín García de Loyola y la princesa inca doña Beatriz Clara Coya).

Esta nobleza jugó un papel activo en la conformación del poder y de la administración virreinal, donde tuvieron un papel destacado como intermediarios. Socialmente fue equiparada a la nobleza española y políticamente con un poder intermedio, entre los españoles y el común de los indígenas, sirviendo de enlace entre ambos mundos.

Una parte de esta élite se mantuvo en el poder sin solución de continuidad desde la época prehispánica hasta la independencia. Hubo incluso dinastías, como los gobernantes de Yanhuitlan, que se mantuvieron en el poder desde un siglo antes de la dominación mexica, hasta el siglo XVIII.


Moctezuma y Atahualpa en la fahada del Palacio Real de Madrid.



Para saber más

«Indios y mestizos en la España del siglo XVI». Mira Caballos, Esteban. Madrid, Iberoamericana (2000).

«El descubrimiento de Europa. Indígenas y mestizos en el Viejo Mundo». Mira Caballos, Esteban. Barcelona, Crítica (2023).

«La Conquista pactada. Élites indígenas en la conquista y colonización de América». Mira Caballos, Esteban. Jornadas de Historia Militar, Madrid, Instituto de Historia Militar (2023).

«De América a Europa. Cuando los indígenas descubrieron el Viejo Mundo (1493-1892)». Eric Taladoire, Méxivo (2017).




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