Grabado en la prisión de la Inquisición
Para saber cómo llegar a este monumento, sigue este enlace: ubicación.
En la villa de Llerena, el
Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición tuvo una de sus sedes más importantes. Esta institución sólo podía juzgar a
cristianos bautizados, y solamente podía actuar contra estos dos delitos: cometer
herejía o
convertirse falsamente al cristianismo. Los nativos americanos (indios) no podían ser juzgados por la Inquisición al no ser católicos bautizados, incluso tampoco se tomaba en consideración a aquellos indios recientemente bautizados por no ser “cristianos viejos”. La Inquisición, a diferencia de otras instituciones de otros reinos europeos de la época, garantizaba un
juicio (más o menos justo) donde el acusado tenía la posibilidad de defenderse. Según el delito, el reo podría ser condenado a la censura de sus libros, a ser sometido a humillación pública, a recibir azotes, a ir a prisión, o en los casos más graves a pena de muerte. Como curiosidad la Inquisición solamente
condenó a muerte a 2.600 acusados en 350 años, mientras que Alemania ejecutó a 25.000 brujas, el Reinado del Terror francés ejecutó a 40.000 personas, Polonia quemó 10.000 brujas, …
En la sede que la Inquisición tuvo en la
Casa Maestral de Llerena, existió una
cárcel con 23 celdas. En el año 2007, durante unas obras de restauración de este edificio histórico, supervisadas por el arqueólogo Rafael Caso Amador, apareció el
grabado de un preso de la Inquisición que estuvo en la conquista de América, posiblemente acompañando a Hernán Cortés. Son numerosos los detalles, que coinciden con evidencias arqueológicas e históricas, los que permiten asegurar que el autor de los dibujos estuvo presente en la
conquista del imperio Mexica.
El mural ocupa una superficie de 1.40 x 1.85 metros, y fue grabado con un punzón sobre la pared de adobe, en una fecha comprendida entre 1530 y 1540. Este tesoro ha estado oculto 450 años, y es una auténtica cápsula del tiempo que muestra con detalles una instantánea de alguien que casi con toda probabilidad estuvo presente en la
marcha de Hernán Cortés hacia Tenochtitlan.
El historiador local Manuel Toro y al archivero municipal Francisco Mateos se han dedicado a analizar y estudiar las escenas del mural, donde destacan tres áreas diferenciadas:
El mundo indígena: El preso, inmerso en la mentalidad de la época, plasma de forma alegórica
los pecados de la sociedad mesoamericana en la parte inferior de su obra. Así aparecen dos hombres besándose que representaría la «sodomía». Los «sacrificios humanos» estarían representados por un sacerdote y su ayudante. El «canibalismo» estaría representado por una bestia (lo más salvaje de la condición humana) que mira amenazante a una paloma (el alma de los inocentes devorados). También en esta área se muestra a la deidad Quetzalcóatl (serpiente emplumada), los temibles perros que usaron como armas los españoles, y otros animales.
Los españoles: En la parte superior encontramos un desfile de soldados castellanos, con gran detalle en sus vestimentas de gala y en sus armas. Se ven dos caballos que pertenecerían a los capitanes de la hueste (Cortés, Alvarado, Sandoval,… si es que se tratara de la marcha a Tenochtitlan). Aparecen dos mujeres nativas, que representan el mestizaje y la alianza de los castellanos con los nativos enemigos de los mexicas (tlaxcaltecas, totonacas, cempoaleses,…). Puede que una de estas mujeres sea doña Marina «la Malinche», que deseosa de vengarse de los mexicas hizo de intérprete para Hernán Cortés. El soldado Gerónimo de Aguilar (que estuvo años preso por los mayas) traduciría del español al maya, y posteriormente la Malinche (de origen azteca pero vendida como esclava a los mayas) traduciría del maya al náhuatl (también llamada lengua mexica o azteca).
La cruz de la Inquisición: Ubicada en el centro del mural se observa la cruz con nudos típica de la Inquisición (los nudos también aparecen en la cruz de San Andrés y en la de Borgoña que es la bandera del imperio español). El reo posiblemente fue un judío falsamente convertido al cristianismo, que tuvo que pagar su pena, que en ese caso era de muerte. El doble perfil del reo bajo la cruz puede representar esa «doble identidad» cristiano-judía del personaje, y una imagen de un gallo puede significar la negación a Jesús (como hizo San Pedro hasta tres veces la noche en que apresaron a Jesús).
En 2017 se ha colocado una
réplica del grabado en el patio del edificio, para que pueda ser contemplado y disfrutado por todos los visitantes que se acerquen a Llerena.